En ambos textos:
1.- Realiza la estructura de estos textos.
2.- Haz un resumen (2 ó 3 líneas)
3.- Redacta un comentario crítico siguiendo las pautas de coherencia y cohesión vistas en clase. (25 líneas)
4.- VOCABULARIO: Define y redacta una oración con las palabras subrayadas.
5.- Indica la unidad lingüística y la función sintáctica de las frases y palabras en cursiva.
TEXTO 1
AUTOESTIMA, ADOLESCENCIA Y SALUD
Quererse a sí mismo, ni es egoísmo, ni es
enfermizo; es
un sentimiento fundamental.
El amor a uno mismo es un sentimiento legítimo que
nos motiva a fijarnos objetivos y metas, así como a procurar ser
eficaces en la resolución de nuestros problemas y a establecer alianzas y
vínculos sociales sanos.Cuando una persona
se
ama a sí misma, es capaz de demostrar sus cualidades, disfruta haciéndo
lo, se emplea al máximo y obtiene
éxito. Los que observan ese comportamiento experimentan simpatía y quedan
dispuestos a otorgar reconocimiento. La autoestima es fundamental en el
crecimiento armónico de la salud humana. Burns definió autoestima como los éxitos
divididos por las pretensiones. Por lo tanto, no es suficiente tener éxitos
importantes para asegurar la autoestima si el denominador “pretensiones” es muy
alto.
La persona que se desestima
suele manifestar una autocrítica desmesurada y se siente especialmente
atacada por las críticas de los demás. La unión de estos dos síntomas
conlleva un estado de insatisfacción. La visualización es una técnica de
creatividad imaginativa de escenas y secuencias positivas. Viéndonos en
positivo podemos incrementar nuestra autoestima y cambiar la forma de
relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. Date permiso para estar
bien.
La adolescencia es una etapa de la vida
caracterizada por conflictos y dudas sobre el sentido de la identidad personal
y de la autonomía. Se busca la
aprobación externa, importa mucho lo que
digan los demás. Según los expertos
en trastornos de la conducta alimentaria, como anorexia y bulimia, la falta de
autoestima es el principal factor predisponente de estas enfermedades.
Muchas veces, el hecho de no
aceptarse a uno mismo viene provocado por la constante presión social, el culto
a la delgadez, la moda, etc. Se
asocia la imagen de la delgadez con la felicidad o éxito social. Nuestros
jóvenes se autoimponen la necesidad de conseguir un cuerpo perfecto. Se produce entonces, como decíamos al
principio, un problema de falta de autoestima porque las pretensiones
son casi inalcanzables. Se reconoce abiertamente una mayor presión
sociocultural sobre la imagen de la mujer.
Las consecuencias de la autoestima son la aceptación y
respeto a uno mismo, formación y enriquecimiento propio. Esto supone una garantía de cuidado personal sano, diversión,
desarrollo armónico, nuevas experiencias interesantes y curiosas,
relaciones alegres y útiles...
Federico
Juárez Granados. Información 4 de abril de 2001
TEXTO 2
Jugar en la calle. Jugar en
grupo. Esa es la actividad
extraescolar que un grupo de educadores y psicólogos americanos han señalado
como la asignatura pendiente en la educación actual de un niño. Parecería
simple remediarlo. No lo es. La calle ya no es un sitio
seguro en casi ninguna gran ciudad. La media que un niño americano pasa ante las numerosas pantallas que la
vida le ofrece es hoy de siete horas
y media. La de los niños españoles estaba en tres. Cualquiera de las dos cifras
es una barbaridad. Cuando los expertos hablan de juego no se refieren a un juego de ordenador o una
playstation ni tampoco al juego organizado por los padres, que en ocasiones se
ven forzados a remediar la ausencia de otros niños. El juego más educativo sigue
siendo aquel en que los niños han de luchar por el liderazgo o la colaboración, rivalizar o apoyarse, pelearse y hacer las paces para
sobrevivir. Esto no significa que el ordenador sea una presencia nociva
en sus vidas. Al contrario, es una insustituible herramienta de trabajo, pero
en cuanto a ocio se refiere, el juego a la antigua sigue siendo el gran
educador social. Leía ayer a Rodríguez Ibarra hablar de esa gente que teme a
los ordenadores y relacionaba ese miedo con los derechos de propiedad intelectual.
No comprendí muy bien la relación, porque es precisamente entre los
trabajadores de la cultura (el técnico de sonido, el músico, el montador, el
diseñador o el escritor) donde el ordenador se ha convertido en un
instrumento fundamental. Pero
conviene no convertir a las máquinas
en objetos sagrados y, de momento, no hay nada comparable en la vida de un niño
a un partidillo de fútbol en la calle, a las casitas o al churro-media-manga. Y
esto nada tiene que ver con un terror a las pantallas sino con la defensa de un
tipo de juego necesario para hacer de los niños seres sociales.
Elvira Lindo, El País (12/01/2011)