Para
celebrar el día europeo de las lenguas los alumnos de 1º de Bachillerato
realizarán un comentario de texto con el fin de despertar su interés en el
idioma y las lenguas de nuestro país.
En el año 2001 la Comisión Europea y el
Consejo de Europa lanzaron conjuntamente la iniciativa del Año Europeo de las Lenguas, en la que
participaron inicialmente 45 países y cuya celebración tuvo lugar desde
entonces, pero su huella se renueva cada
año con el Día Europeo de las Lenguas, que tiene lugar el día 25 DE SEPTIEMBRE.
El objetivo de este
comentario es el de subrayar la importancia de aprender lenguas. Incrementar el
conocimiento y la conciencia del valor de las lenguas y motivar el aprendizaje
continuo de las lenguas a lo largo de toda la vida.
Con
todo esto, se trata de celebrar y promover la diversidad lingüística y cultural
en Europa.
Lo más
absurdo de los problemas de España es que tienen solución. Algunas están tan al
alcance de la mano, que uno se siente tentado de pensar que es la mala fe de
los políticos, y no su incompetencia, la que impide el acuerdo. Ocurre
singularmente con la querella de las lenguas, que tanto desfonda nuestra
convivencia.
España no
es, en su diversidad lingüística, muy distinta del resto de países. Albergar
más de una lengua es la regla en los Estados, no la excepción, y en casi todos
se registran tensiones de variado voltaje. Basta viajar un poco para hallar
conflictos que traen un inconfundible aire de familia. Sucede que los países,
al hacerse mayores —al adoptar la ley democrática— se procuran soluciones
razonables que cifran en la ley. En España, en cambio, preferimos seguir
semienterrados en nuestro secular duelo a garrotazos. Culpa y vergüenza
nuestra. Necesitamos como el respirar una ley de lenguas oficiales. El precio
que estamos pagando por no tenerla, en forma de envenenamiento, bronca y
derroche malsano de energía, es inasumible. ¿Qué espíritu debería guiar esa
ley?
Convendría,
para empezar, que el Estado se tomara en serio la pluralidad de lenguas en
España. En esta tarea nos hemos quedado a medias. La Constitución de 1978
permitió a hablantes de catalán, vasco y gallego salir del reducto familiar en
el que el franquismo los había confinado. Nuevas generaciones pudieron educarse
en su lengua, se cambiaron las leyes del registro, se rescataron toponimias
tradicionales, se ha distinguido a escritores en catalán, gallego o euskera con
premios nacionales. Es injusto pensar que nada se ha hecho, y erróneo que está
todo hecho.
En realidad,
la rehabilitación de estas lenguas es mérito de sus hablantes y las autonomías;
la Administración general se ha conformado con poco, so capa de que solo eran
oficiales en sus respectivas comunidades. Lo más triste es que la España que
solo habla castellano no termina de percibir que existen amplias porciones del
territorio en las que se habla, además, otra lengua, que es la materna para
muchos españoles. No es que los españoles de raigambre castellanoparlante se
opongan a la existencia de esas otras lenguas; sencillamente, tienden a no
interesarse por ellas.
Catalán,
vasco y gallego deberían ser lenguas oficiales del Estado, con el castellano.
El País, 7 MAY 2013